Entrevista al otro lado del puente tomado

| Autor: Hans Rothgiesser |

Algo que tiene en común el podcasting y la actividad del periodista es que puede girar alrededor de conseguir buenas entrevistas.  Y a veces, conseguir esa entrevista crucial puede implicar trasladarte a otra ciudad, incluso si ésta se encuentra paralizada por una marcha.  Eso me sucedió una ocasión hace varios años.

Podrán decir que la baja aprobación de este gobierno es de lo peor, pero nada se compara a los últimos meses del gobierno de Alejandro Toledo en el año 2005, cuando las protestas y las tomas de carreteras eran tan habituales, que ya eran parte de la vida natural del país.  Cada semana había una toma nueva en alguna parte del territorio nacional con un reclamo distinto que duraba unos días, hasta que el gobierno cedía y todo el ciclo se iniciaba de nuevo en alguna otra parte con alguna otra exigencia.

Ese año yo estaba recopilando testimonios en video de distintos personajes relacionados a la educación pública: estudiantes, docentes, directores.  Pero también empresarios o ejecutivos de empresas que tenían incidencia en distintas zonas del país y que apoyaban a los colegios públicos cercanos de distintas maneras.  Así fue como llegué a Chincha acompañado de un camarógrafo.

Teníamos que tomar declaraciones de distintos personajes vinculados a la educación de la zona de Chincha y Pisco.  Teníamos apenas un día para hacerlo todo, pues no había presupuesto para quedarnos la noche.  Llegamos en bus a Chincha, nos fuimos de frente a Sunampe a tomar las primeras declaraciones.  Luego iríamos a Pisco a visitar un colegio público con vista al mar que había recibido donaciones de un peruano que había estudiado ahí hacía años y que había tenido éxito profesional en Estados Unidos.  Después de eso teníamos que grabar más entrevistas en Pisco, antes de regresar a Chincha para tomar el bus de regreso.  Pero había un problema.

Pues bien, cuando fuimos de Chincha a Pisco pasamos por el puente San Clemente, que tenía a algunos protestantes por alguna de las razones de siempre, pero nos dejaron pasar.  El problema sería de regreso.  Las protestas y las tomas de puentes para ese entonces ya estaban profesionalizadas.  Los que las ejecutaban sabían que tenías que hacer el escándalo en la tarde hasta las 6 pm, de tal manera que te puedan incluir en los noticieros de la noche y para que te puedan incluir en las ediciones de periódicos del siguiente.

Otra pauta conocida por todos era que estas protestas se calman a las 7 pm, cuando ya está oscuro y las cámaras de los medios ya no pueden captar bien lo que está pasando.  Sabíamos que, si esperábamos a la noche, nos dejarían pasar de regreso.  Pero para entonces habríamos perdido el bus de regreso a Lima.  Así que decidimos arriesgarnos y tomar una mototaxi que nos aseguraba que podría hacernos pasar el río por un puente más pequeño que había atrás de un cerro río arriba.  Podía ser un intento de robarnos el equipo.  Había muchas razones para dudar.

Y que el conductor del mototaxi que nos ofrecía la aventura era menor de edad tampoco ayudaba a tomar la decisión.

Nos subimos a la mototaxi.  El camarógrafo abrazado del maletín con su equipo.  Yo bien sujeto de lo que me pude agarrar.  Fuimos por una pista de tierra, atravesamos un barrio muy humilde, estuvimos a punto de caernos de la mototaxi en un par de momentos y pasamos por el medio de un grupo de personas que se suponía que también estaban protestando.  Finalmente llegamos a la carretera Panamericana al otro lado del bloqueo, aunque aun rodeados de protestantes.  Desde ahí pudimos tomar un taxi a la estación de bus desde la cual saldríamos a Lima.

Cuando ya estábamos en el bus repasamos la experiencia, que a mí, por lo menos, me había parecido hilarante.  No obstante, al camarógrafo, que era independiente y que había estado sosteniendo en todo momento la cámara que era de su propiedad, no le había parecido tan divertido.  Como era de esperarse.

Ahora piensen en la suerte que tenemos hoy en día, en que podemos, si la necesidad existe, grabar episodios de nuestros podcasts con el celular y con un micrófono que podemos llevar en el bolsillo del saco.  Los límites para generar material de calidad en el presente pueden ser superados por nuestra propia creatividad.

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