| Autor: Antonio Tamariz |
En las noches más oscuras de Lima, cuando el terror ahuyentaba las luces y sembraba el miedo, una voz serena atravesaba esa negrura. Era una voz que no gritaba, que no alarmaba, sino que tejía un hilo de calma entre los hogares sumidos en la penumbra. Esa voz, un faro en la tormenta de las décadas de 1980 y 1990, pertenecía a Miguel Humberto Aguirre, «Mihua», quien acaba de partir este 2025, el mismo año en que la radio peruana cumple su primer siglo de vida.
Su llegada al éter fue, como solía contar, pura casualidad. Joven estudiante en Chile, , supliendo la ausencia de un locutor en Radio Rapa Nui, un jefe lo colocó frente al micrófono para anunciar música clásica. Aquel bautizo fortuito en una emisora donde pululaban los grandes escritores chilenos, seguido de un aprendizaje vital en Radio Magallanes, forjó su pasión.
Precisamente, trabajando para Radio Magallanes, que se había convertido en un medio que apoyaba al gobierno socialista de Salvador Allende, es enviado a Checoslovaquia por una misión de trabajo. Enterado del golpe militar contra Allende, decide refugiarse en el Perú, donde colabora con medios escritos. Eran los inicios de la década del ochenta y Denis Vargas Marín lo recluta para un proyecto audaz: establecer los modernos cimientos de la primera radio noticiosa del país. Se había convertido en uno de los hombres importantes del equipo fundacional de RPP.
Pero fue en la hora más negra cuando Mihua se convirtió en leyenda. Ante los apagones terroristas que derribaban torres y sumían a la ciudad en caos, comprendió que la gente no necesitaba retórica, sino tranquilidad. Con una calma casi franciscana, supo hablarle con calma y ternura a la gente. Guiaba a conductores perdidos en cruces sin semáforos («lentito, lentito»), acompañaba a familias en la oscuridad, era la compañía segura en la incertidumbre. En esos años, y hasta hace poco que dejó de salir a la calle por su delicada salud, la gente aún lo reconocía en la calle por ese timbre único: «¿Usted es el de los apagones?».
Esa voz constante fue posible gracias a una visión previsora. Alertado por Mihua sobre el riesgo de que los ataques los dejaran «mudos», Manuel Delgado Parker, el dueño de RPP, adquirió equipos electrógenos completos en tiempo récord. RPP se convirtió así en pionera, los primeros en mantenerse siempre al aire durante los apagones, un aporte que cambió hábitos: las pilas para la radio se sumaron a las velas y el agua en la lista de supervivencia.
Su genio, sin embargo, fue mucho más allá del micrófono. Fue el arquitecto de la «cultura de la creatividad» en RPP. Impulsó la especialización informativa, asignando a cada periodista un frente (política, deportes, policiales, entretenimiento, casos sociales…). Varios programas y coberturas especiales que son parte de la historia sonora de nuestro país nacieron primero en la cabeza prematuramente cana de Mihua.
Miguel Humberto Aguirre, conocido como Mihua, fue una figura clave en RPP no solo por conducir programas, sino por idear y consolidar una cultura de la creatividad dentro de la emisora, lo que la diferenció significativamente. Su enfoque impulsó varias innovaciones y programas distintivos. Así, muchos que reconocen su mentoría en la RPP de hace algunos años valoran su aporte en la creación de Los que más saben, Era Tabú, Más allá de las canas, Domingo es fiesta, Buscapersonas, Diálogo de fe y en la implementación de la programación especial Nuestra Tierra.
Crítico lúcido, lamentaba las deficiencias actuales en la interpretación del texto radiofónico. Era inflexible: la noticia no confirmada «no es noticia». Denunciaba como una aberración el uso “partidista” de redes sociales por parte de periodistas. Recomendaba siempre buscar en las calles y en el contacto con las personas más sencillas las necesidades reales que debían plasmarse en la agenda informativa.
Hoy, al apagarse esa voz que fue refugio, volvemos a sentir sus amigos y oyentes, simbólicamente, un pequeño apagón. Pero esta vez es distinto. La oscuridad que nos llega no es la del terror, sino la de una ausencia profunda. Miguel Humberto Aguirre, Mihua, el tejedor de serenidad, ha partido justo cuando la radio peruana enciende las velas de su centenario. Su partida en este año no es una casualidad, sino un cierre de círculo perfecto: Mihua fue, en sí mismo, la encarnación de lo mejor del medio: la voz humana que se hace imprescindible. Él entendió que la radio, además de informar, debe acompañar; más que gritar, debe sostener. Él soñó con un país unido.